lunes, 28 de octubre de 2019

Ejemplo de cuentos con imagen y video








COMO HACER UN CUENTO EN STORYBIRD

Pueden utilizar cualquier otra aplicación que les permita elaborar videos, por ejemplo para celulares y tablet, hay una que se llama "FlipaClip" que es fácil de utilizar.

El cuento  que deben realizar en animación es:

La abuela Grillo

Liliana de la Quintana
En el mundo de los ayoreode, en la época de los antepasados, casi todos los seres que conocemos no habían decidido aún ser animales o humanos.
En esos primeros tiempos, cuando todos estos seres vivían juntos, llamaban abuela al grillo más grande, a Direjná, que también tenía partes del cuerpo humano. Esta señora grillo habitaba en lugares húmedos. Era la dueña del agua y no resistía el calor. Por eso donde ella estuviera no había sequía, pues atraía la lluvia y mantenía verdes los chacos o terrenos de cultivo y se producía comida en abundancia. Los nietos llevaban una vida tranquila porque el agua nunca se secaba.
Cierta vez, la abuela grillo exageró con el agua. Llovía todos los días y los chacos y las casas se inundaron. Sus nietos, todos los de la comunidad, se enojaron con ella y le dijeron:
—¿Acaso nos está castigando? ¿No ve que no podemos vivir con tanta agua? Usted estará muy contenta pero nosotros sufrimos.
La abuela escuchaba con paciencia, mientras los nietos se enojaban más aún porque el agua aumentaba y aumentaba. Hasta que en el colmo de la furia le pidieron que se fuera de la comunidad. La abuela grillo se puso muy triste pero obedeció a sus nietos y se fue.
Direjná emprendió el viaje y en el largo recorrido dejó sus huellas en todas partes: al caminar sobre la tierra creó ríos y arroyos, donde descansó se formaron lagos y lagunas y las cañadas y cañadones son los viejos caminos por los que pasó.
Mientras tanto, en la comunidad de los ayoreode el cielo empezó a ponerse rojo y los días tremendamente calurosos. La gente iba de un lugar a otro. Se trasladaban en grupo con todas sus pertenencias, buscando agua y alimento, la mayoría de las veces con poca suerte. Algunos troncos conservaban agua de lluvia y todos se empujaban para tomar con canutos las gotas que quedaban.
Pasaba el tiempo y el cielo permanecía rojo. Los nietos, viendo que la tierra se moría de sequía, recordaron a la abuela grillo y dijeron:
—¿Por qué no nos organizamos para buscar a Direjná?
Como la abuela siempre iba por los caminos del agua, decidieron seguir el rastro donde la tierra estuviera fresca y húmeda. Cada nieto llevaba un bastón para escarbar el suelo.
Sabían que Direjná estaba cerca, en algún lugar tranquilo. Comentaban que quizá la abuela grillo había encontrado otra gente, otra familia que la defendería y no la dejaría regresar con ellos porque la querían de verdad.
Continuaron andando y andando. Cuando estuvieron cerca de la pampa grande tocaron el agua fresca y escucharon los sonidos propios del lugar. Las aves, que aún tenían algo de personas, se detuvieron para identificar la cara de la abuela. ¡Sí, era ella! Pero todos se escondieron porque les faltaba valor para presentarse ante ella.
Desde su escondite la vieron en el centro del pantano, rodeada de agua. Nadie se animaba a acercarse. De pronto habló Gatía la grulla colorada y dijo:
—Ustedes que son menores que yo síganme. Iré adelante.
Se formo una algarabía ya que muchas de las aves querían ser portavoces para convencer a la abuela grillo que volviera. Todos se animaron y se presentaron ante Direjná, pero finalmente
fue el bato quien habló:
—Llegamos ante usted este día y le declaramos estar arrepentidos. Estamos cansados de pedir lluvia y agua para nuestros cultivos, que cada vez están más secos por los fuertes rayos del
sol. No entendemos por qué la mandamos fuera de nuestro territorio. Ahora el mismo pueblo nos ha encargado buscarla y pedirle con respeto que vuelva. Necesitamos de su presencia y de su ayuda.
Después se presento Jachobi la garza blanca y agregó:
—Soy su nieta a quien ama, recuerde aquella vez cuando vivió entre nosotros. La estamos buscando porque la amamos. La comunidad nos envía para decirle que regrese pronto.
Otras aves también hablaron y con cariño le rogaron regresar. Entre tanto, la abuela gemía por el ardor de fuego que emanaban las aves. Cuando todos terminaron de hablar respondió:
—Bueno. Haré caso a sus llamados. Volveré junto a ustedes. Pero el calor del fuego y el humo que traen me lastiman. Quiero que se bañen en mi río y entonces iré al pueblo.
Chacutú, un pequeño pájaro acuático, fue el primero en decidirse a nadar. Se metió al río y salió rápidamente con un pez en el pico. Las garzas blancas y otras de cuello largo, después de sumergirse comieron peces crudos y se transformaron totalmente en aves. Así volaron sobre el río y se asentaron en un palo sobre las aguas.
Cuando los nietos terminaron de bañarse prometieron no quejarse jamás por abundancia de agua y así emprendieron el viaje de regreso. Llegando al pueblo, todas las aves que tenían todavía algo de humanas se transformaron totalmente en animales y quedaron tal como las conocemos hoy. Las que se encontraban junto a Direjná gritaron contentas:
—¡Estamos llegando con nuestra abuela!
Entonces los nietos decidieron traer el agua que quedaba en sus vasijas y vaciarla sobre la abuela grillo para que dejara de gemir.
Toda la población se alegró de recuperarla y de saber que ya no les faltaría riego para sus cultivos. Cada año tendrían una buena cosecha y por tanto alimentos para toda la comunidad.
Pero estando en la comunidad la abuela se sentía nuevamente agobiada por el calor. Sentía el ardor que los nietos y el pueblo tenían por haber hecho fogatas para calentarse y por las cocinas que ardían en todas las casas.
El lugar era extremadamente caluroso para Direjná, quien decidió emprender un viaje más largo a los diferentes cielos.
Empezó por conocer el Tercer Cielo, el más elevado. Allí vivía Dupade, el sol, creador del mundo y que en un principio fue persona. Era varonil, valiente y de gran autoridad. Sus lentes cristalinos eran brillantes como rayos de luz. Con él, compartían el Tercer Cielo, la luna y las estrellas, donde cada cual hacía su recorrido.
Direjná vio cómo los primeros hombres que vivían en la oscuridad llamaron al sol y cuando Dupade apareció incendiaba bosques y prados y pintaba con su luz a los animales con todos los colores.
La abuela grillo se sintió sofocada, ya no podía más. Lentamente se transformó aún más en grillo y continúo sus andanzas.
Rapidito se fue saltando al Segundo Cielo, donde vivían sus amigas las lluvias que también tenían apariencia de personas. Vivían en cuevas y las calles nunca se secaban. Las lluvias desataron sus largas cabelleras y se exprimieron el agua para que la abuela grillo disfrutara. Ella estaba realmente encantada.
Allí conoció algunas nubes masculinas de barba larga, las más jóvenes tenían una larga cabellera negra y las más viejas se reconocían por el cabello blanco. Apareció Getongai, el jefe de las lluvias, y se desató la tempestad. Muchos seres con forma humana, de diferente tamaño, edad y sexo, aparecieron en medio de la gran luminosidad: eran los rayos, que a tiempo de recorrer el espacio herían con sus puños o sus hachas. De pronto retumbaron los truenos, que eran las palabras de la lluvia.
Finalmente apareció una mujer muy bella adornada con collares blancos. Se acomodó en el medio de todos y empezó a arrancar uno a uno sus collares. Entonces cayó un fuerte granizo sobre la tierra, anunciando un año próspero. La abuela grillo estaba fascinada con el espectáculo pero debía continuar su camino.
Así llegó al Primer Cielo, el más cercano a la tierra, y se sintió pequeña en medio de los grandes bosques cubiertos de árboles y plantas majestuosas. Los animales que allí vivían eran gigantescos
y Direjná tenía que andar con cuidado para no ser aplastada.
Al poco tiempo, el agua proveniente del Segundo Cielo se regó por los bosques que sirvieron para que la lluvia caiga suavemente sobre la tierra. Junto con las gotas llegaron también a la tierra ranas y mosquitos.
Después de estas visitas, la abuela adquirió definitivamente la figura de grillo, abandonando cualquier forma humana y decidió vivir en el Segundo Cielo. Desde allí podría enviar la lluvia a sus nietos, quienes podrán gozar del agua prometida por la abuela.
La lluvia llegará con esta historia de Direjná, la abuela grillo, y solo será contada cuando necesitemos lluvia y agua, que es la vida misma.


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