COMO HACER UN CUENTO EN STORYBIRD
Pueden utilizar cualquier otra aplicación que les permita elaborar videos, por ejemplo para celulares y tablet, hay una que se llama "FlipaClip" que es fácil de utilizar.
El cuento que deben realizar en animación es:
La abuela
Grillo
Liliana de la Quintana
En el mundo
de los ayoreode, en la época de los antepasados, casi todos los seres que
conocemos no habían decidido aún ser animales o humanos.
En esos
primeros tiempos, cuando todos estos seres vivían juntos, llamaban abuela al
grillo más grande, a Direjná, que también tenía partes del cuerpo humano. Esta
señora grillo habitaba en lugares húmedos. Era la dueña del agua y no resistía
el calor. Por eso donde ella estuviera no había sequía, pues atraía la lluvia y
mantenía verdes los chacos o terrenos de cultivo y se producía comida en
abundancia. Los nietos llevaban una vida tranquila porque el agua nunca se
secaba.
Cierta vez,
la abuela grillo exageró con el agua. Llovía todos los días y los chacos y las
casas se inundaron. Sus nietos, todos los de la comunidad, se enojaron con ella
y le dijeron:
—¿Acaso nos
está castigando? ¿No ve que no podemos vivir con tanta agua? Usted estará muy
contenta pero nosotros sufrimos.
La abuela
escuchaba con paciencia, mientras los nietos se enojaban más aún porque el agua
aumentaba y aumentaba. Hasta que en el colmo de la furia le pidieron que se
fuera de la comunidad. La abuela grillo se puso muy triste pero obedeció a sus
nietos y se fue.
Direjná
emprendió el viaje y en el largo recorrido dejó sus huellas en todas partes: al
caminar sobre la tierra creó ríos y arroyos, donde descansó se formaron lagos y
lagunas y las cañadas y cañadones son los viejos caminos por los que pasó.
Mientras
tanto, en la comunidad de los ayoreode el cielo empezó a ponerse rojo y los
días tremendamente calurosos. La gente iba de un lugar a otro. Se trasladaban
en grupo con todas sus pertenencias, buscando agua y alimento, la mayoría de
las veces con poca suerte. Algunos troncos conservaban agua de lluvia y todos
se empujaban para tomar con canutos las gotas que quedaban.
Pasaba el
tiempo y el cielo permanecía rojo. Los nietos, viendo que la tierra se moría de
sequía, recordaron a la abuela grillo y dijeron:
—¿Por qué no
nos organizamos para buscar a Direjná?
Como la
abuela siempre iba por los caminos del agua, decidieron seguir el rastro donde
la tierra estuviera fresca y húmeda. Cada nieto llevaba un bastón para escarbar
el suelo.
Sabían que
Direjná estaba cerca, en algún lugar tranquilo. Comentaban que quizá la abuela
grillo había encontrado otra gente, otra familia que la defendería y no la
dejaría regresar con ellos porque la querían de verdad.
Continuaron
andando y andando. Cuando estuvieron cerca de la pampa grande tocaron el agua
fresca y escucharon los sonidos propios del lugar. Las aves, que aún tenían
algo de personas, se detuvieron para identificar la cara de la abuela. ¡Sí, era
ella! Pero todos se escondieron porque les faltaba valor para presentarse ante
ella.
Desde su
escondite la vieron en el centro del pantano, rodeada de agua. Nadie se animaba
a acercarse. De pronto habló Gatía la grulla colorada y dijo:
—Ustedes que
son menores que yo síganme. Iré adelante.
Se formo una
algarabía ya que muchas de las aves querían ser portavoces para convencer a la
abuela grillo que volviera. Todos se animaron y se presentaron ante Direjná,
pero finalmente
fue el bato
quien habló:
—Llegamos
ante usted este día y le declaramos estar arrepentidos. Estamos cansados de pedir
lluvia y agua para nuestros cultivos, que cada vez están más secos por los
fuertes rayos del
sol. No
entendemos por qué la mandamos fuera de nuestro territorio. Ahora el mismo
pueblo nos ha encargado buscarla y pedirle con respeto que vuelva. Necesitamos
de su presencia y de su ayuda.
Después se
presento Jachobi la garza blanca y agregó:
—Soy su
nieta a quien ama, recuerde aquella vez cuando vivió entre nosotros. La estamos
buscando porque la amamos. La comunidad nos envía para decirle que regrese
pronto.
Otras aves
también hablaron y con cariño le rogaron regresar. Entre tanto, la abuela gemía
por el ardor de fuego que emanaban las aves. Cuando todos terminaron de hablar
respondió:
—Bueno. Haré
caso a sus llamados. Volveré junto a ustedes. Pero el calor del fuego y el humo
que traen me lastiman. Quiero que se bañen en mi río y entonces iré al pueblo.
Chacutú, un
pequeño pájaro acuático, fue el primero en decidirse a nadar. Se metió al río y
salió rápidamente con un pez en el pico. Las garzas blancas y otras de cuello
largo, después de sumergirse comieron peces crudos y se transformaron
totalmente en aves. Así volaron sobre el río y se asentaron en un palo sobre
las aguas.
Cuando los
nietos terminaron de bañarse prometieron no quejarse jamás por abundancia de
agua y así emprendieron el viaje de regreso. Llegando al pueblo, todas las aves
que tenían todavía algo de humanas se transformaron totalmente en animales y
quedaron tal como las conocemos hoy. Las que se encontraban junto a Direjná
gritaron contentas:
—¡Estamos
llegando con nuestra abuela!
Entonces los
nietos decidieron traer el agua que quedaba en sus vasijas y vaciarla sobre la
abuela grillo para que dejara de gemir.
Toda la
población se alegró de recuperarla y de saber que ya no les faltaría riego para
sus cultivos. Cada año tendrían una buena cosecha y por tanto alimentos para
toda la comunidad.
Pero estando
en la comunidad la abuela se sentía nuevamente agobiada por el calor. Sentía el
ardor que los nietos y el pueblo tenían por haber hecho fogatas para calentarse
y por las cocinas que ardían en todas las casas.
El lugar era
extremadamente caluroso para Direjná, quien decidió emprender un viaje más
largo a los diferentes cielos.
Empezó por
conocer el Tercer Cielo, el más elevado. Allí vivía Dupade, el sol, creador del
mundo y que en un principio fue persona. Era varonil, valiente y de gran
autoridad. Sus lentes cristalinos eran brillantes como rayos de luz. Con él,
compartían el Tercer Cielo, la luna y las estrellas, donde cada cual hacía su
recorrido.
Direjná vio
cómo los primeros hombres que vivían en la oscuridad llamaron al sol y cuando
Dupade apareció incendiaba bosques y prados y pintaba con su luz a los animales
con todos los colores.
La abuela
grillo se sintió sofocada, ya no podía más. Lentamente se transformó aún más en
grillo y continúo sus andanzas.
Rapidito se
fue saltando al Segundo Cielo, donde vivían sus amigas las lluvias que también
tenían apariencia de personas. Vivían en cuevas y las calles nunca se secaban.
Las lluvias desataron sus largas cabelleras y se exprimieron el agua para que
la abuela grillo disfrutara. Ella estaba realmente encantada.
Allí conoció
algunas nubes masculinas de barba larga, las más jóvenes tenían una larga
cabellera negra y las más viejas se reconocían por el cabello blanco. Apareció
Getongai, el jefe de las lluvias, y se desató la tempestad. Muchos seres con
forma humana, de diferente tamaño, edad y sexo, aparecieron en medio de la gran
luminosidad: eran los rayos, que a tiempo de recorrer el espacio herían con sus
puños o sus hachas. De pronto retumbaron los truenos, que eran las palabras de
la lluvia.
Finalmente
apareció una mujer muy bella adornada con collares blancos. Se acomodó en el
medio de todos y empezó a arrancar uno a uno sus collares. Entonces cayó un
fuerte granizo sobre la tierra, anunciando un año próspero. La abuela grillo
estaba fascinada con el espectáculo pero debía continuar su camino.
Así llegó al
Primer Cielo, el más cercano a la tierra, y se sintió pequeña en medio de los
grandes bosques cubiertos de árboles y plantas majestuosas. Los animales que
allí vivían eran gigantescos
y Direjná
tenía que andar con cuidado para no ser aplastada.
Al poco
tiempo, el agua proveniente del Segundo Cielo se regó por los bosques que
sirvieron para que la lluvia caiga suavemente sobre la tierra. Junto con las
gotas llegaron también a la tierra ranas y mosquitos.
Después de
estas visitas, la abuela adquirió definitivamente la figura de grillo,
abandonando cualquier forma humana y decidió vivir en el Segundo Cielo. Desde
allí podría enviar la lluvia a sus nietos, quienes podrán gozar del agua
prometida por la abuela.
La lluvia llegará con esta historia de Direjná,
la abuela grillo, y solo será contada cuando necesitemos lluvia y agua, que es
la vida misma.
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